
Como vimos en la primera parte de esta guía definitiva (si no sabes a qué nos referimos, léete la primera parte), la correcta redacción de los diálogos es como un rompecabezas y lo ideal es aprenderse las normas y reglas ortotipográficas de memoria. Evidentemente, podemos razonarlas y encontrarle su sentido para que solo con reflexionar nos venga la solución a la cabeza. ¡Ya depende de ti!
Así que, para despejar todas las dudas que puedan quedar desde nuestra primera parte, queremos compartir la segunda parte de la chuleta lingüística para que no te falte ningún detalle.
Apunta porque venimos fuertes:
Oraciones exclamativas
Cuando se intercala un inciso tras una oración exclamativa, el punto no queda implícito en la exclamación porque ya no coincide con él:
—¡No quiere! —dijo Ana—. Allá ella.
Y cuando sí coincide con el punto:
—¡No quiere! —Paró y añadió—: Allá ella.
Punto suspensivos
Lo mismo que veíamos con las oraciones exclamativas ocurre con el uso de los puntos suspensivos:
—Sí, pero… —no sabía si continuar— fue él.
—No sé… —dijo indecisa—. Mira, sí voy.
Oraciones interrogativas
La intervención del narrador también puede ir en una pregunta del persona:
—¿De verdad quieres que me quede aquí —dijo molesta— por si quieres volver?
Diálogo interrumpido
Para interrumpir una intervención con otra se emplean puntos suspensivos:
—Todo lo que estás diciendo son…
—Me da igual.
—…cosas sin sentido.
Silencios
El silencio de un personaje se puede representar con puntos suspensivos:
—¿Qué decías?
—…
—Dímelo.
Intervenciones sin respuesta
Pueden tratarse como intervenciones habladas o como pensamientos entre comillas:
—¿Cuál elegimos? —preguntó.
Nadie supo contestar.
«¿Cuál elegimos», preguntó.
Nadie supo contestar.
Intervenciones en otras lenguas
Pueden tratarse como extranjerismo, que irían en cursiva, o como citas, en las que no es necesaria la cursiva:
Le preguntó:
—Do you know where this bus leads to?
Le preguntó:
—Do you know where this bus leads to?